JOSEP
BERNABEU
La
mayoría de alumnos que por falta de preparación, miedo al fracaso,
poca motivación o pura inconsciencia deciden copiar en un examen de
Selectividad no son conscientes del gran peligro que corren. Copiar
en unas pruebas donde está en juego entrar a la universidad y
estudiar una carrera es un ejercicio de alto riesgo. Pese a ello,
existen alumnos atrevidos o desesperados que deciden utilizar algún
método ilegal para superar el examen. En otras palabras, están
dispuestos a mandarlo todo al traste si son atrapados en plena
fechoría. La insensatez de copiar se castiga duramente, la expulsión
es inmediata y el suspenso automático.
Copiar
es difícil, muy difícil. Con varios profesores vigilando
constantemente hay que ser muy hábil para poder copiar. Aún así
algunos, muy pocos, lo consiguen. Actualmente, las artimañas más
populares a la hora de copiar están ligadas a las nuevas
tecnologías. Las clásicas chuletas de papel han dado paso a métodos
más sofisticados. El móvil es la herramienta más utilizada para
copiar en un examen. Hay quien se las ingenia para que algún
'colega' le mande mensajes de whatspp o SMS con la solución a las
preguntas. Otros son capaces de gastarse un dineral en un pinganillo
para que alguien (si hay cobertura) le pase las respuestas, o en un
reloj especializado con memoria con todos los apuntes y respuestas
organizados por temas y listos para copiar.
Los
artilugios para copiar, patentados o no, son infinitos. También
existen bolígrafos-chuleta con un lateral desplegable donde ocultar
un texto, bolígrafos transmisores (GSM Pen) que se comunica con un
móvil sin cables a través de Bluetooth, e incluso bolígrafos con
cámara incorporada capaz de fotografiar la pregunta y enviarla por
Wifi a un cómplice. Parece una película de espías pero...