JOSEP BERNABEU
Internacionalizarse o morir. Esa es la cuestión. Miles de empresas, sobre todo de tamaño mediano y pequeño, se debaten sobre la conveniencia o no de internacionalizar sus actividades. De hacerlo o no hacerlo depende en muchas ocasiones su propia supervivencia. Además de afrontar serios problemas de financiación, las empresas han de lidiar con el estancamiento de la demanda interna, lo que empuja a muchas de ellas a buscar nuevos horizontes. Llegados a este punto, la búsqueda de nuevos mercados se presenta como una opción real muy a tener en cuenta.Afrontar correctamente el proceso de internacionalización requiere de análisis y diagnósticos previos, tanto a nivel interno (capacidad de producción, adaptación de los productos a los nuevos mercados, estructura para atender a los nuevos clientes, etc.) como de las peculiaridades del mercado o mercados a los que se pretende acceder. No se puede dejar ningún cabo suelto ni improvisar: la pyme que quiera salir al exterior además de sentido común necesita información, mucha información, sobre los nuevos mercados y sobre las normas nacionales que regulan todos los procesos de exportación (aranceles, aduanas, documentos de embarque, etc.).
La aventura de la internacionalización solo se puede emprender con la información adecuada y con los deberes hechos. Antes de realizar cualquier acción la empresa ha de saber qué mercados quiere abrir y con qué productos o servicios. Y ha de tener muy claro qué objetivos pretende conseguir y cuantos recursos serán necesarios. Si las cosas se hacen bien las contrapartidas habrán justificado el esfuerzo: nuevos mercados, más facturación, más beneficios y mayor solidez empresarial y financiera.
Muchas empresas, sobretodo si son pymes, necesitan ayuda externa para internacionalizar sus actividades, pues no tienen los recursos necesarios para realizar un diagnóstico interno y externo certero de sus posibilidades. Seguir leyendo...
